El bien, el mal y el profeta

El bien, el mal y el profeta

A ojos de Ajav, el bien y el mal son conceptos que se adaptan a lo que le conviene. No obstante, el profeta Mijaihu no desea anunciarle algo malo o bueno, sino solamente la palabra de Dios que ha escuchado.

“Pero dijo Yehoshafat al rey de Israel: "Ruégote consultes hoy la palabra del Señor:Y el rey de Israel respondió a Yehoshafat: "Todavía hay un hombre por medio de quien podremos consultar al Señor; pero yo le aborrezco, porque no profetiza de mí cosa buena, sino siempre cosas malas; ése es Mijaihu, hijo de Imlá… Y el mensajero que había ido a llamar a Mijaihu habló con él, diciendo: "He aquí que los dichos de los profetas, con una sola boca, (anuncian) un buen suceso al rey; ruégote que sea tu dicho como el de uno de ellos, y que hables lo que es bueno".

Pero Mijaihu respondió: "¡Vive el Señor!, que lo que me dijere mi Dios, eso mismo tengo de hablar” (Divrei Haiamim II, capítulo 18 y también en Melajim I, capítulo 22).

El profeta, vocero de Dios en la tierra, desea hacer escuchar Su voz en el mundo. No debe profetizar a árboles y piedras sino a personas, a aquellos que deben escuchar la palabra de Dios, implementar sus palabras y encarrilar su forma de vida. Es por eso que el desafío y la responsabilidad que tiene el profeta son enormes.

El Rambam supo describirlo muy bien en sus leyes religiosas: “El profeta que transgredió sus propias palabras o no transmitió su profecía-es merecedor de muerte” (Hiljot Iesodei HaTorá 9,3)

El profeta no puede detener su profecía, tiene prohibido abstenerse de pronunciar la palabra de Dios a las criaturas. Tampoco puede transgredir sus propias palabras, ya que su verdad interna busca estallar en voz alta. Lo único que  tiene el  profeta es la palabra de Dios a profetizar. Está comprometido, ya sea que las criaturas quieran o no escuchar sus conceptos.

En nuestro capítulo damos cuenta de una realidad en la cual el rey de Israel solicita al profeta Mijaihu hijo de Imlá que profetice como el resto de los profetas, decir aquello que preferimos escuchar y no lo contrario. Pero el profeta Mijaihu no puede mentirse ni engañarse y dice precisamente lo que le ordenara Dios.

A primera vista, si deseamos evaluar los hechos, descubriremos que muchas veces también nosotros buscamos encontrar al profeta que nos diga aquello que queremos escuchar, y no lo que en realidad debemos escuchar. El rey de Israel le dice a Yehoshafat que hay un profeta que siempre le profetiza cosas malas, también el mensajero que va a convocar al profeta Mijaihu le solicita que hable “bien” como el resto de los profetas. El contraste que se da aquí, entre lo bueno y lo malo está muy destacado y no en vano.

A los ojos del rey de Israel, el bien y el mal son conceptos que reflejan lo correcto para mí, la forma en que elijo contemplar la realidad, esa y no otra. No obstante, Mijaihu no busca permanentemente transmitir ago bueno o malo, sino solamente la palabra de Dios que ha escuchado. Quizás, aquí se halla un punto esencial que el profeta Mijaihu quiere transmitirle al rey: Dios no actúa para hacerte mal, esa es tan solo tu interpretacion de los hechos. Tienes la opción de cumplir Su palabra y de incrementar el bien y la luz en el mundo, también puedes obrar de otro modo, ya que-“ ¿De la boca del Altísimo no procede tanto lo malo como lo bueno?” (Eijá, capítulo 3, versículo 37).

“Mira: he dado ante ti el día de hoy: la vida y el bien; y la muerte y el mal…y habrás de elegir la vida” (Devarim, capítulo 30, versículos 15-19).

Cortesía sitio 929.

 

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