La acción de un padre es una señal para el hijo

La acción de un padre es una señal para el hijo

Abshalom, a partir de su conducta, recuerda mucho a su padre David, para bien o para mal, a diferencia de David su reino es interrumpido abruptamente en un marco de tensión, debido a que no se arrepintió ni cambió de actitud.

Tras la muerte de Amnón, el hijo mayor de David, que era el candidato para ser el heredero de la corona, Abshalom solicita ser el sucesor de su padre David.

Hay numerosos puntos de similitud entre Abshalom y su padre David:
Al igual que David que es descripto como “pelirrojo, de lindos ojos” (Shmuel I, capítulo 16, versículo 12), he aquí que también Abshalom es descripto como un hombre bien parecido cuyo cabello tiene un alto valor (Capítulo 14, versículos 25-26)

Así como David, al ser perseguido, huyó a un país vecino (la tierra de los Pelishtim), he aquí que también Abshalom se escapa a otro reino (Gueshur), en momentos de sentirse perseguido (capítulo 13, versículo 37).

David desea reinar desde abajo. Intenta ser el rey de todos y lentamente, va logrando adeptos de la tribu de Iehudá, pasando por la gente de Yavesh Guilad y hasta todo Israel. Así también Abshalom desea llegar al sentimiento de la gente y cautivar a los hijos de Israel, para que quieran coronarlo a él (Capítulo 15, versículos 1-6)

También se puede argumentar que así como David descarta la posibilidad de causarle daño directo al rey Shaúl que lo precedió, a pesar de las oportunidades de las que dispuso para ello, así también Abshalom rehúsa aceptar el consejo de Ajitofel, por su contundencia. Ajitofel  hace hincapié en que a través de su consejo, se podrá atentar sólo contra el rey (capítulo 17, versículo 2).

No obstante, Abshalom cae en los mismos errores que David. Como parte de su deseo de avanzar en su reinado cae en el incesto al intimar con las concubinas de su padre (capítulo 16, versículo 22) y también lleva al asesinato de su hermano Amnón (capítulo 13, versículo 29).

Aparentemente, ese es el motivo por el cual Abshalom también pierde a sus tres hijos y a su hija Tamar (capítulo 14, versículo 27; capítulo 18, versículo 18) al igual que  su padre que pagó cuatro veces (capítulo 12, versículo 6).

El reinado de Abshalom es interrumpido bruscamente en un marco de tensión, en contraste con el reinado de David que es eterno. La raíz de la diferencia se halla en la capacidad de asumir la responsabilidad y retornar a la senda de Dios.

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