La brecha entre la visión ideal y la realidad

La brecha entre la visión ideal y la realidad

Shemot capítulo 36

Del episodio del Mishkán (Tabernáculo) aprendemos que incluso el creador del mundo tiene una brecha entre el  ideal celestial y la realidad terrenal. Leemos el episodio en dos ocasiones a pesar de su extensión, y no tiene desperdicio ni está demás. En una ocasión, abordamos el ideal y en la otra la realidad. Nos alegramos por los logros, y asimilamos las enseñanzas de las situaciones que reflejan brechas.

En nuestro capítulo es descripto el proceso de concreción del programa de construcción del Mishkán y sus utensilios. Mientras que en la sección del mandamiento comenzaron por la cuestión del Arca, y tan sólo después de la mesa y la Menorá (Candelabro) pasaron a la descripción de la estructura del Mishkán propiamente dicho (desde el interior hacia afuera), he aquí que las secciones de la implementación comienzan del Mishkán y luego se pasa a los utensilios (del exterior hacia el interior). El Midrash asocia el cambio con Betzalel, quien argumentó que no es digno para los utensilios que sean colocados en el exterior, y por ello es apropiado que la construcción del Mishkán preceda a la construcción de los utensilios.

¿Pero cómo habremos de entender los conceptos de Jaza”l (nuestros Sabios de Bendita Memoria) desde lo literal, siendo que todo el Mishkán fue construido de una sola vez, tras haber sido completada toda la tarea, y no hubo una fase en la cual el Mishkán ya estaba listo y en él fueron construidos los utensilios? La intención del Midrash es la de señalar la diferencia básica entre el primer enfoque, el teórico, y el enfoque de la ejecución práctica. En el nivel de profundización, lo que figura en los episodios de la orden de construcción y la planificación, el elemento importante central en el Mishkán es el Arca del Testimonio, en el cual se plasma la revelación de la Divinidad. La Menorá (Candelabro), la mesa y el altar,  son los utensilios con los cuales se lleva a cabo el servicio sagrado interno, y por ello son prioritarios a los paños y a la tienda.

Y sin embargo, en la fase de ejecución, al plasmar la idea en forma concreta, los contenidos espirituales e internos no tienen vigencia, sin un marco material a través del cual se pueden plasmar. Por ello, en el mundo de la acción, el marco precede al contenido. Y por consiguiente, es necesario repetir el episodio y mostrar el cambio entre la concepción  de los elementos en el mundo del pensamiento y el espíritu-en el mandato Divino, y el enfoque de los elementos en el mundo de la acción-al ser ejecutado por la persona.

A la luz de estas diferencias puede explicarse también por qué, en estos episodios hay una repetición detallada sobre datos similares mencionados en ambos relatos. No queda sobreentendido que algo planificado sea ejecutado precisamente tal como fuera programado, por ello es necesario enfatizar cuándo efectivamente las cosas fueron realizadas de acuerdo a lo previsto.

Y así como sucedían las cosas en el Mishkán, del mismo modo ocurren en nuestro mundo. La buena voluntad, le bella planificación, no se convierten inmediatamente en acción. Las brechas entre lo deseado y lo real pueden provocar pesar y frustración, desilusiones, y en algún modo, también indiferencia: si no hay probabilidad de que los proyectos ideales sean plasmados-pues dejemos de planificarlos. Otro tipo de reacción puede ser el cinismo: pensar solamente en la realidad y en lo real. No tiene sentido que hablemos sobre aquello que queremos que ocurra aunque sabemos que no acontecerá, sino limitémonos a nosotros mismos en lo vigente y posible.

Del episodio del Mishkán aprendemos que incluso el Creador del mundo tiene una brecha entre el ideal celestial y la realidad terrenal. Y más aún, no se debe renunciar a nada: repetimos el relato dos veces a pesar de su extensión, y no hay en ello desperdicio alguno. En una ocasión abordamos el ideal y en la otra la realidad. Nos alegramos por los logros, y aprendemos las lecciones de las situaciones en las cuales se revelan las brechas.
Rab Dr.  Iehuda Brandes: es un graduado de Yeshivat “HaKotel” y recibió la ordenación rabínica del Gran Rabinato de Israel. Tiene un Doctorado en Talmud, recibido de la Universidad Hebrea de Jerusalén en 2003. Ha dirigido “Beit Morasha”, el Centro de Estudios Judaicos Avanzados y Liderazgo en Jerusalén, desde 1998, y se desempeña como director académico del centro Robert M. Beren. También es profesor en el Instituto Herzog en Alon Shvut, fue uno de los fundadores de la “Escuela Maalé de Televisión, Cine y las Artes”.

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