Misericordia en una ciudad sitiada

Misericordia en una ciudad sitiada

 El cantico 31 del libro Tehilim, Salmos, gira en torno a un hecho constitutivo en la vida del rey David-la salvación de los habitantes de Keila de los Pelishtim (filisteos), en momentos en que era perseguido por Shaúl. Por la maravillosa acción que hizo con ellos, sin condición alguna, resulta apropiado decir: “porque ha hecho maravillosa Su misericordia conmigo, (estando rodeado) como en ciudad sitiada” (Tehilim, Salmos, capítulo 31, versículo 22).

 

 

El cantico 31 de Tehilim expresa, como otros tantos canticos, la  dura angustia del rey David por los enemigos que desean matarlo, ya sea concretamente: “mientras consultaban juntos contra mí: maquinaban para quitarme la vida“ (Tehilim, capitulo 31, versículo 14) o por medio de la afrenta y la maledicencia: “Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan contra el justo insolencias, con soberbia y desprecio “ (Tehilim capítulo 31, versículo 19).

El rey David sufrió persecuciones y pruebas por parte de numerosos enemigos, y aparentemente, puede que este capítulo refleje diferentes situaciones a lo largo de su vida. Pero parece ser que un término de este capítulo “enmarca” la situación exacta sobre la que gira el capítulo: “Bendito sea el Señor, porque ha hecho maravillosa Su misericordia conmigo, (estando rodeado) como en ciudad sitiada” (Capitulo 31, versículo 22). ¿Cuál es esa “ciudad sitiada” a la que hace referencia David? He aquí que David siempre se cuida de no caer en una trampa y en sus enfrentamientos, optó por ubicarse en el desierto o la montaña, como le dijera Jushai el arkita a Abshalom, en referencia al rey David: “También tu padre es hombre aguerrido, y no pasará la noche entre el pueblo” (Shmuel II, capítulo 17, versículo 8).

 

Pero he aquí que vemos por primera y única vez, que David permaneció en la misma ciudad que había salvado, la ciudad de Keila. Y en efecto, en referencia al versículo “en ciudad sitiada”, Rashi explica: “En Keila, donde Shaúl dijo sobre mí (sobre David): “Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en una ciudad con doble puerta y cerrojo” (Shmuel I, capitulo 23, versículo 7), y a raíz de esta información, Shaúl reúne a todo el pueblo para la guerra “para descender a Keila a fin de cercarlo  a David y sus hombres” (Shmuel I, capítulo 23, versículo 7).

 

Este cuadro de situación nos brinda una profunda percepción de todo el cantico. Para ello, debemos analizar muy bien el contexto del episodio en Keila, que figura en Shmuel I, capítulo 23. El capítulo comienza diciendo: “Y dieron aviso a David, diciendo: He aquí, los Pelishtím están atacando a Keila, y están saqueando las eras” (Capítulo 23, versículo 1). En ese mismo momento, David es perseguido por  un Shaúl sumamente enojado y encolerizado, e incluso Nob, la ciudad de los Cohanim, los Sacerdotes, que fue sospechada de haber ayudado a David, pagó un alto costo en sangre, difícil de sobrellevar.

Y de todos modos, David ve su misión en la salvación de Keila. Y por consiguiente, le consulta a D-s: “¿Debo ir y golpear a estos Pelishtím? Y recibe la respuesta: “Ve, golpea a los Pelishtím y libera a Keila” (Capítulo 23, versículo 2) 

Los hombres de David vuelven y plantean algunas sospechas y dicen: “He aquí, nosotros estamos aquí en Iehudá temerosos. ¿Cuánto más si vamos a Keila contra los regimientos de los Pelishtim? (Capítulo 23, versículo 3). Pero D-s vuelve a ordenarle resueltamente: “Levántate, desciende a Keila, pues Yo entrego a los Pelishtim en tu mano” (Capitulo 23, versículo 4).

Y efectivamente, David se dirige a esta ciudad fronteriza, les asesta un duro golpe a los pelishtim y salva a los habitantes de Keila, en esta situación aún es natural para David tener la expectativa de que la gente de Keila le reconozca el favor y lo agasajen con una generosa hospitalidad.

Pero cuando llego a oídos de David la información sobre el inminente sitio de Shaúl sobre Keila, David sintió la necesidad de consultar a D-s, a través del “Urim Vetumim”, el Pectoral, y preguntarle: “¿Acaso me entregarán los hombres de Keila a mí y a mis hombres en manos de Shaúl? (Capítulo 23, versículo 12) y la respuesta de D-s consta de una palabra difícil de asimilar: “Los entregarán” (Capítulo 23, versículo 12). Y como consecuencia de esta respuesta, David huye de la ciudad y regresa al desierto de Iehuda, al encuentro de otras persecuciones difíciles que habrá de afrontar por parte de los Zifim y otras diversas desgracias.

 

Acerca de esta salvación de manos de Shaúl y de la gente de Keila, quizá se puede decir a viva voz: “porque ha hecho maravillosa Su misericordia conmigo, (estando rodeado) como en ciudad sitiada” (Tehilim, capitulo 31, versículo 22).

No obstante, de todos los sitios en los que David fue perseguido, en el episodio de Keila quedó un sabor particularmente amargo y una sensación muy irritante de traición e ingratitud, que puede llegar a ser dirigida hacia D-s: ¿por qué el Soberano del Mundo lo envió a salvar a la gente de Keila, cuando tenía  claro que habrían de traicionar a David y recompensarían su   buena acción con una mala, y además se envolvieron en un manto de justicia, al decir que no tienen otra alternativa que la de entregar a David, que representa para ellos el pánico y pude llegar a convertirse en un obstáculo, en el momento en que Shaúl sitie la ciudad de Keila?: “Porque he oído la calumnia de muchos; el miedo andaba por todos lados, mientras consultaban juntos contra mí: maquinaban para quitarme la vida” (Tehilim, capitulo 31, versículo 14)

 

La respuesta a este interrogante referido a D-s es profunda y punzante. El Soberano del Mundo le indica a David que la senda hacia su reino lo compromete a salvar a Israel y compensarlo con buenas acciones, aun si le habrán de devolver con algo malo. Ya que la entrega total en pos de la salvación de Israel, los hombres, las mujeres y los infantes, es también un valor supremo en horas de flaqueza e incluso de ingratitud por parte de los que fueron salvados.

En este espíritu, se puede agregar que la expresión: “porque ha hecho maravillosa Su misericordia conmigo, (estando rodeado) como en ciudad sitiada” alude a la percepción a la que llega David, que la bondad que se le demanda a él que haga con la gente de Keila, es una bondad maravillosa e incondicional.

Y precisamente, esta bondad que le reveló maravillosamente el Soberano del Mundo, es lo que le concede a su reinado el sentido y el propósito, no solo a través de recibir buenas acciones sino como una cualidad de bondad arraigada en su espíritu a fin de que pueda compensar   con buenas acciones sin límites, acorde a la cualidad del bien del Soberano del Mundo: “y usa de misericordia para con Su ungido, para con David y su simiente para siempre” (Tehilim, capítulo 18, versículo 51).

Gentileza sitio 929

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