Preguntas de Abarbanel, Levítico 1

Preguntas de Abarbanel, Levítico 1

1   “Y llamó el Eterno a Moisés y le habló desde el tabernáculo diciéndole:  Diles a los hijos de Israel, cuando alguno de vosotros quisiere brindar una ofrenda de ganado al Eterno, le hará de vacuno o de ovino...  y apoyará su mano en la cabeza del animal, que le será aceptado para la expiación.  Y degollará el ternero ante el Eterno, y los sacerdotes hijos de Aharón, ofrecerán la sangre, que rociarán alrededor del altar que está junto a la entrada del tabernáculo.”

(Levítico 1, 1-5)

Pregunta:  ¿Cuál es la finalidad de los sacrificios?, ¿Por qué D-s habrá ordenado este tipo de rituales que aparentan ser costumbres paganas?

Respuesta:

Abarbanel al analizar este controvertido tema, comienza exponiendo las opiniones de dos grandes pilares de la filosofía judía: El RAMBAM (Maimónides) y el RAMBAN (Najmánides).  Ambos, sabios medievales, el parecido de cuyos nombres en nada hace intuir la oposición extrema de sus comentarios.

El autor comienza con la tesis del RAMBAM, quien opina que los sacrificios no fueron ordenados a priori, o sea que no era la intención inicial de D-s hacia el pueblo de Israel sino que, ya que era un rito usual en ese tiempo y la gente estaba acostumbrada a adorar sus dioses mediante las ofrendas animales, se ordenó que ahora fueran dedicados al Uno y  único D-s.  De otra forma hubiera sido un cambio muy drástico para la gente prohibiendo cualquier costumbre pagana.

Hace la comparación de si viniera hoy en día algún profeta a anunciarnos que D-s ordenó no rezarLE ni ayunar ni pedir en momentos de aflicción, sino que lo único que EL quiere es servirle con el pensamiento sin ninguna acción relacionada; realmente sería absurdo para nosotros y difícil de aceptar.  Es por eso que el Todopoderoso mantuvo esos ritos y los modificó o adaptó para que la gente los dedicara a EL.

El RAMBAN critica fuertemente esta postura y se expresa diciendo que la opinión anterior degrada y hace de menos el santo servicio del Templo de D-s, reduciéndolo a un nivel de decir: “como no hay de otra...  te permito seguir haciéndolo.”  Siendo que la Torá misma define los sacrificios como “Lejem Ishe LaHashem”  (El pan ofrendado a D-s).   Además de ésto, tanto Noé como Caín y Abel hicieron sacrificios sin siquiera existir en el mundo la idolatría; ésto comprueba que este tipo de servicio SI tiene un fundamento espiritual elevado per-se y no simplemente representa una reminiscencia del paganismo.

Ya que el RAMBAM no vivió para poder contestarle a su opositor, Abarbanel toma el papel de “abogado” y lo defiende con los siguientes argumentos:

Sí existe una diferencia entre las ordenanzas generales y constantes como Tefilín, Mezuzá, Tzizit y los sacrificios, ya que éstos solamente son válidos en cierto tiempo (cuando hay Templo) y se llevan a cabo por cierto grupo de gente (los sacerdotes); o sea que no es un servicio apto para cualquier persona en cualquier momento.  Además cuántos profetas como Samuel (A, 15) e Isaías (1), reprendieron al pueblo diciendo “Acaso prefiere D-s sacrificios u ofrendas que oír la voz de
D-s”.

Con respecto al argumento de Noé, Caín y Abel, el autor opina que aunque no existía la idolatría, ellos consideraron que al realizar este servicio se acercarían más al Creador (Korbán-Karov) por el hecho de tomar al animal como expiación y ofrecerlo a D-s a cambio de sus propios cuerpos; sin embargo no significaba que ésta fuera la preferencia inicial de D-s.  Fue una actividad espontánea que poco a poco otros la degradaron tomando el rito como un fin y no como un medio para acercarse a D-s.

Así, aunque hoy en día este tipo de servicio es lejano para nosotros y no se practican ya sacrificios, esta famosa discusión entre los grandes filósofos nos ilustra e ilumina el camino del apego a D-s y el cómo debemos relacionarnos con Su esencia y cumplir Sus mandamientos. 

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