Todo de acuerdo a la mirada del observador

Todo de acuerdo a la mirada del observador

De Bilam aprendemos qué es el mal de ojo y cómo pueden percibirse los puntos oscuros de la realidad y potenciarlos. La adopción de la postura del buen ojo logra convertir incluso al mal y transformar la maldición en bendición. Todo va de acuerdo a la mirada del observador.

La idea fundamental de que “todo va de acuerdo a la mirada del observador” era ya conocida por nuestros Sabios muchos años antes de Kant y Foucault. Ellos nos enseñaron el significado profundo del “buen ojo” y la diferencia entre el “buen ojo” y el “mal ojo”. Estos ojos no describen la realidad objetiva sino la definición subjetiva del ser humano. La posibilidad de elegir entre dos ojos es parte de la imagen divina del ser humano. La persona puede optar por el buen ojo, y entonces contemplar la realidad desde la óptica del atributo de la bondad, y juzgar a aquellos que están en su entorno con un ojo bueno y luminoso. Una persona puede optar por el ojo malo, y propagar el mal y lo negativo en todo elemento que contempla.

La elección por el buen ojo provee al mundo abundante bendición. Ante todo, conforma el perfil del observador propiamente dicho. La persona que se acostumbra al buen ojo se transforma ella misma en alguien que proyecta luz y repara, y asimila una profunda vivencia positiva de la vida. Y no sólo eso, sino que esta contemplación también es influyente sobre la misma realidad. Las ocasiones en las que el pilar fundamental de “Como en el agua, un rostro corresponde a otro rostro, así el corazón de un hombre a otro” (Mishlei, Proverbios capítulo 27, versículo 19) provoca que el buen ojo contagia también a los que rodean a la persona.  Ellos sienten que se confía en ellos, y que observan sus habilidades y buena voluntad, y el hecho fortalece en ellos la voluntad de concretar esas habilidades y ponerlas de manifiesto.

Lo opuesto a todo esto, es el ojo malo. Este ojo propone una explicación diferente para la realidad objetiva. Este es en realidad, el ojo de la maldición. A pesar del hecho de que la primera intención de Bilam no figura siquiera en la Torá, estamos en condiciones de evaluar qué es lo que él quiso decir y cuál era la tendencia de su maldición. Esta hipótesis se basa sobre el supuesto de que los versículos que leemos en la Torá son la transformación de la maldición en bendición, y por ello sólo nos queda volver a convertirlos, y comprender a partir de ellos cuál era su intención.

Bilam el malvado queda como el gran maestro de la imagen del integrante del pueblo de Israel-“a partir de lo opuesto”. A partir de lo que hizo y de lo que le ocurrió, aprendemos acerca de la capacidad de adoptar un punto de vista totalmente diferente. Nuestro gran maestro en esta cuestión fue nuestro patriarca Abraham, quien poseía un ojo bueno.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul".

 

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