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¿Por qué preguntó Iosef: “¿Mi padre vive aún?” (v. 3) cuando
ya le habían dicho que Iaacov estaba vivo? (43:27-8)
RALBAG: Pensó que podían haberle mentido como una táctica para
recuperar a Biniamín.
ABARBANEL: Iosef sabía que su padre aún vivía. No obstante, pensó
que sus hermanos estarían conmocionados cuando se les revelara,
por lo que les preguntó: “¿Mi padre vive aún?” para entablar conversación.
Luego planeaba preguntarles: “¿Cómo están sus familias?”
pero la conversación no pudo continuar pues ellos “no pudieron
responderle porque estaban avergonzados ante él”.
PANÉAJ RAZA: Iosef no estaba preguntando si Iaacov estaba vivo, sino
cómo estaba de salud.
MAHARÍK: Estaba preguntando por el bienestar espiritual de Iaacov.
Iosef estaba diciendo: “¿Aún vive el espíritu profético de mi padre?”
SFORNO: Iosef estaba diciendo: “No puedo creer que mi padre no
murió debido a su profunda preocupación por mí”.
TIFERET IEHONATÁN: Iosef estaba diciendo: “Si temen que los mate,
no tienen nada que temer, porque mi padre aún está vivo. ¿Creen
que yo sería peor que Eisav, que se contuvo de matar a su hermano
mientras su padre estuviera vivo?” (véase arriba, 27:41).
Torat Menajem
LA REVELACIÓN DE IOSEF
La interpretación de Ralbag resulta difícil de aceptar, pues cuando Iosef
preguntó: “Su anciano padre, que han mencionado, ¿se encuentra bien?
¿Sigue vivo?” (43:27), los hermanos no tenían motivo para sospechar que
esta era una táctica para retener a Biniamín en Egipto porque Iosef aún
no había preguntado por él. Por eso, ellos no habrían tenido necesidad
de mentir que Iaacov estaba vivo.
La solución de Abarbanel también resulta difícil de aceptar en el plano
literal, porque si Iosef quería preguntar a sus hermanos: “¿Cómo están
sus familias?” podría haberlo hecho de inmediato, sin necesidad de “entablar
conversación” primero.
¿Por qué deja Rashi sin explicar este asunto importante?
LA EXPLICACIÓN
Al leer esta historia, Rashi supuso que el lector recordaría su comentario
previo en Parshat Vaiéshev. Sobre las palabras, “él no pudo ser consolado”
(37:35), Rashi comenta: “una persona no puede ser consolada por
alguien que en verdad está vivo pero se cree que está muerto. Pues está
decretado (en el Cielo) que la persona muerta sea olvidada del corazón,
pero no la que está viva”.
Por eso, cuando Iosef reveló su identidad, su primer comentario fue:
“Yo soy Iosef. ¿Mi padre vive aún?”, como queriendo decir: “Puesto que
yo, Iosef, aún estoy vivo, se deduce que mi padre ha atravesado 22 años
sin poder ser consolado. ¡Estoy asombrado de que mi padre siga vivo tras
ese calvario!”.
Iosef luego continuó: “Apúrense, asciendan [a la Tierra de Israel]... y
hagan descender rápido a mi padre aquí” (vs. 9-13) porque temía que la
vida de su padre estuviera en peligro por el considerable estrés que sufrió
los últimos 22 años.
Así, vemos que Iosef enfatizó su asombro de que Iaacov siguiera vivo,
para recalcar a los hermanos la urgencia de traerlo a Egipto.
Sin embargo, esto genera una pregunta: si había tanta urgencia, ¿por
qué no fue Iosef mismo a Canáan a encontrarse con su padre, cumpliendo
así la mitzvá de honrar a los padres, en vez de esperar a que los hermanos
lo trajeran a Egipto?
Para aclarar este asunto, Iosef dijo a continuación: “[Ahora vemos que]
el Señor me envió antes de ustedes para salvar [sus] vidas... El Señor me
envió antes de ustedes para asegurar su supervivencia en la tierra... no
[fueron] ustedes quienes me enviaron aquí, sino el Señor. Me puso por
consejero del faraón, señor sobre toda su casa, y gobernante sobre toda
la tierra de Egipto” (vs. 5-8).
En otras palabras, Iosef dejó en claro que su rol en Egipto estaba
Divinamente ordenado (“El Señor me envió”). Por lo tanto, no le era
posible abandonar su puesto en Egipto donde el Señor lo había enviado.
Por eso, la única solución era traer a Iaacov a Egipto, para reencontrarse
con su hijo.
(Basado en Likutéi Sijot, vol. 15, pág. 387 y ss.)
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