Habrán de cuidarse mucho por vuestras almas

Habrán de cuidarse mucho por vuestras almas

En la conciencia pública, el versículo “Habrán de cuidarse mucho por vuestras almas” (Versículo 15) logró darle forma a nuestra cautela y deber de cuidarnos de los peligros. Sin embargo, el que lee todo el versículo en su contexto, descubrirá que el mismo no refiere a la prevención física sino a la espiritual.

El versículo anterior al versículo “Habrán de cuidarse mucho por vuestras almas” (Versículo 15) hace hincapié en el deber de afrontar los peligros espirituales de la tierra de Israel al igual que la observancia de los fueros y las leyes. Nuestro versículo, por lo tanto, continúa esta idea y el imperativo impuesto al pueblo de Israel: ¡Cuídense! ¡Cuiden vuestras almas! Ustedes ingresan a la tierra que plasma su Divinidad. Y he aquí que ustedes no han visto ninguna imagen en el día de la gran revelación en el evento del monte Sinai.

El deber de preservar el alma posee dos significados. El primer significado es teológico, religioso. Debemos cuidar nuestras almas a fin de no desviarnos hacia otras creencias, tras la concreción de la divinidad, tras la escultura y la fundición de otros dioses. A veces existe una sensación de que estas prohibiciones son obvias, y la idolatría no implica una amenaza para nosotros, en absoluto, ya que no nos sentimos atraídos por ella. Pero a pesar de ello, dichos imperativos tienen un significado muy relevante. No sólo que expresan la lucha contra el concepto de la idolatría, sino que también en la actualidad se puede hacer referencia a diversas formas que distorsionan el servicio divino hasta asemejarse a una especie de idolatría, o incluso la aceptación de una fuente de autoridad distinta a la del Soberano del  mundo. En la misma medida en que nosotros cuidamos el cuerpo a fin de que no sea dañado, así debemos cuidar el alma.

Sin embargo, la cultura kenaanita figura en la Torá en un contexto adicional. No sólo en el marco teológico, y la cuestión acerca de qué manera creemos en Dios, sino también en la cuestión de cuál es el significado práctico de esta creencia. Aquel que cree en un Dios concreto, ilustra su divinidad a su manera. La escultura es concreta, funciona en los ámbitos de tiempo y espacio, a veces tiene una mujer, codicias, instintos, etc. y se encuentra en nuestro marco. Ello tiene consecuencias prácticas. Si Dios cayera en la llama, qué habrán de decir los hombres, y por ello el comportamiento kenaanita es un comportamiento sexual, asesino y corrupto. La creencia en un Dios que no es una escultura ni una imagen, atrae al hombre hacia lo elevado. Le deja en claro que el vínculo con la santidad suprema, no está concebido a la medida del hombre, y el ser humano debe trepar permanentemente hacia arriba, y relacionarse con el infinito absoluto-en su conducta y en su conciencia.

Por lo tanto, se nos exige que nos cuidemos mucho. Que nos cuidemos de una equivocación en los principios de la fe, y cuidar mucho nuestras almas para no caer en un comportamiento distorsionado y cruel.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul"

 

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