En la profecía de Yeshaiahu alusiva a Egipto, no hay una misión concreta-no hay en ella una demanda al pueblo acerca de cómo debe comportarse. Esta profecía tiene otra función-indica cómo contemplar los hechos del pasado, el presente y el futuro-no basarse sólo en la lógica política sino comprenderlos en el contexto de la Providencia Divina.
En el capítulo 19 tenemos otro tipo de profecía, diferente a otras tantas profecías, que están directamente vinculadas a una realidad y misión concretas. Aquí no hay misión. Aquí no hay un llamado concreto a través del cual el profeta convoca a alguien. El profeta describe a Egipto en el presente y en el futuro-en el futuro que puede estar cercano o lejano. Todo, supeditado a las acciones y los méritos, según la elección profética.
“En aquel día será Israel el tercero con Egipto y con Ashur, lo cual será una bendición en medio de la tierra” (versículo 24)-la descripción del futuro tampoco es algo nuevo, es una explicación, acerca de cómo el mundo se encaminará hacia ese gran destino de los antepasados: “Y en ti, serán bendecidas todas las familias de la tierra” (Bereshit, capítulo 12, versículo 3), Y serán bendecidas por tu descendencia todas las naciones de la tierra “ (Bereshit, capítulo 22, versículo 18; capítulo 26, versículo 4). Las potencias en su época, los poderosos pueblos de la tierra, son Ashur (Asiria) y Egipto, en gran medida, al igual que en el período de los antepasados; dice el profeta, vengan y les enseñaré cómo se habrá de hacer realidad este destino de los antepasados en el futuro, a partir de la realidad actual; vengan y les mostraré, en la primera parte del capítulo, cómo contemplar esa realidad histórica que ustedes conocen, que Egipto está dividido y fragmentado, que su sistema de riego está alterado, y el profeta dice: debemos saber y recordar un gran principio: “ He aquí que el Señor cabalga sobre una nube ligera, y entra en Egipto; y se conturban los ídolos de Egipto a Su presencia” (versículo 1). Esto es lo que la mayoría de los habitantes del mundo no comprenden: conocen los hechos propiamente dichos, pero no entienden que en los mismos late la Providencia Divina.
“Que sepan cuál es el propósito de Dios de los ejércitos respecto de Egipto” (versículo 12). El profeta señala que toda comprensión histórica, toda observación de la historia y de los acontecimientos que se basan única y exclusivamente en causa y efecto, en una lógica politico-histórica, es un pecado. Debemos contemplarlos conforme a los caminos de la Providencia, deben ser comprendidos los actos realizados y los que se realizarán, la relación entre los acontecimientos y su lógica y sentido, en el contexto de la Providencia Divina.
Si quisiera utilizar una parábola común, diría que se trata de una clase modelo de historiosofía profética-cómo debe contemplarse el presente y el futuro. He aquí que vemos que el profeta tiene discípulos, habla de los “aprendices de Dios”, de los alumnos que habrá de despertar a la mañana. Esos alumnos se parecen, tal vez, a esos discípulos que encontramos en el libro Melajim, Reyes. ¿Qué aprenden esos alumnos de sus maestros, los profetas? Si no me equivoco, tenemos aquí un capítulo que es una especie de clase profética, un capítulo que no trae una misión ni exige nada concreto, sino que ejemplifica a los oídos de los aprendices del profeta, cómo contemplar la historia en el presente, y al ver la situación, la situación política actual, cómo se debe mirar hacia el futuro.
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